viernes, 29 de mayo de 2009

casualidades


Este techo tranquilo por donde andan las palomas,

palpita entre pinos, entre tumbas;
el mediodía arranca fuegos al mar,
¡al mar que siempre está empezando...!
¡Qué mejor recompensa para un pensamiento
que echar una larga mirada a la cama de los dioses!

Esa pura filigrana de finos resplandores que requiere...
...tantos diamantes de imperceptible espuma,
¡y cuánta paz parece concebir!
Cuando un sol descansa en su abismo,
obras puras de una causa eterna,
el tiempo centellea y soñar es saber...
(...)


Paul Valéry y El cementerio marino. Sirva cómo muestra de mis profundas lagunas culturales el hecho de que no hubiera oído hablar de este poeta en mi puta vida. El caso es que leí un fragmento del mismo en la monumental Epiléptico, La Ascensión del Gran Mal ayer antes de acostarme y hoy vuelvo a encontrármelo en las páginas de aDn mientras ojeaba una referencia a la exposición sobre Jean Jacques Sempé que se celebra en Madrid con motivo de la Feria del Libro. El poema de Valéry centra otra de las citas de la feria. Su recital estará acompañado por la proyección de imágenes, inspiradas en el texto, a cargo del pintor Alfredo Bikondoa. Que durante años fue mi profesor de dibujo. Casualidades.

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