Un manual repleto de caprichosos discos giratorios que abrían las puertas de la ciudad de oricalco o la interminable lista de códigos que acompañaba irremediablemente al Sokoban en nuestra Game Boy. Hace algún tiempo rememoraba con nostalgia, junto a uno de ustedes, aquellos elementos videojueguiles cuya función poco o nada tenía que ver, en principio, con la jugabilidad de los títulos en los que se incluían, pero cuyo recuerdo se demuestra inseparable de los mismos.
Si unos nacían como consecuencia de la limitación para grabar partidas del hardware original, los otros lo hacían como componente disuasorio de la -entonces- creciente piratería. En estos días de derremes y mierdas semejantes resulta curioso y desesperanzador echar la vista atrás y descubrir la originalidad y creatividad detrás de alguno de aquellos artificios.
Por eso me ha emocionado tanto descubrir un par de estos mecanismos en la última aventura de Layton y su joven esbirro. Doblar y redoblar la réplica del billete de tren incluido junto al manual del juego para descubrir la enésima clave secreta y meter y sacar y volver a meter sendos cartuchos mientras apunto las correspondientes contraseñas para desbloquear puzzles ocultos me chifla. Evidentemente, y para aquellos que hayan decidido no pasar por caja, las soluciones siempre estarán disponibles en internete. Junto con la sensación de estar perdiéndose algo, supongo.
jueves, 22 de octubre de 2009
layton y la piratería
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3 comentarios:
MGS de PSX con su código para contactar con la chati vía radio en la parte trasera de la caja...
Aunque tambien tiene cojones que haga este canto antipirateria el tio que queria organizar una excursion a la calle San Francisco para comprar en cierto kiosco los creditrans más baratos...
Dime qué cojones tiene que ver la piratería con el entrañable mercado de segunda mano. Ahora.
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