Durante estas ultimas semanas, los inaplazables deberes académicos y los mil y un pequeños e inofensivos quebraderos de cabeza de nuestro nuevo hogar han reducido mis actividades nada lucrativas a mi torre de goos y a alguna lectura fugaz y poco compremetedora. Entre estas últimas ha destacado
El electrón es zurdo y otros ensayos científicos, recopilación de artículos de divulgación científica del prolífico
Isaac Asimov. La personificación que da título al libro proviene de un puñado de artículos incluidos que giran en torno a la paridad y a sus leyes de conservación (o no) en los diferentes campos.
Uno de los que más me ha llamado la atención, sin embargo, recoge las reflexiones del señor Asimov sobre las incompatibilidades físicas que presenta la existencia -tantas veces propuesta por los autores de ciencia-ficción- de insectos gigantes y de seres de dimensiones alteradas en general. Basándose en la relación existente entre el volumen y la superficie de un cuerpo al aumentar su tamaño -"al crecer un cuerpo tridimensional cualquiera, sin cambiar de forma, su superficie crecerá como el cuadrado de cualquiera de sus líneas, y el volumen como el cubo de la misma"- , el autor enumera una serie de imposibilidades fisiológicas derivadas de este crecimiento en los mamíferos: desde la presión que soportan los fémures -que se multiplicará por el mismo factor de crecimiento
c teniendo en cuenta que la masa habrá se multiplicará por el cubo de
c y la sección transversal de la pierna por el cuadrado de ese mismo factor- hasta la capacidad pulmonar o el colapso renal como consecuencia de que la rapidez con la que es filtrada la sangre depende de la superficie disponible en los riñones. Más tarde hace lo propio con los insectos.
Me resulta fascinante seguir las reflexiones del señor Asimov sobre dilemas que preocupan al hombre de a pie y comprobar cómo, a partir de principios científicos y matemáticos elementales, aborda el problema examinando hasta las más pequeñas e hipotéticas posibilidades que no se me hubieran ocurrido ni en cien años. Igualmente interesante es el siguiente capítulo en el que narra cómo el mismo se enfrentó a todas estas pegas cuando aceptó convertir en novela el guión de la película
Viaje fantástico.
En definitiva, aunque las arañas sean, en dura pugna con los osos polares,
los asesinos más feroces del reino animal, no deberían temer a un ejemplar de tamaño humano ya que "ningún insecto de ese tamaño, que conservase las proporciones corrientes de los insectos, en el campo gravitatorio terrestre, podría andar, volar, saltar, ni avanzar de ningún otro modo ni la menor fracción de una pulgada". Duerman traquilos.
Pueden encontrar el artículo completo
aquí.
pd - La imagen que abre el post pertenece a una historieta de monstruos gigantes del genial Jack Kirby recuperada en
El blog Ausente (¿dónde si no?) y que en su momento reservé para un futuro post sobre un buffet de marisco en el casino de Biarritz. Ñam.
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Sólo resumen...