Y ya de paso, este comentario del gran Jose A. Perez, autor del blog Mi Mesa Cojea.
sábado, 8 de marzo de 2008
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2 comentarios:
Bueno, rompo el hielo de este tema tan espinoso, en un círculo en donde (creo) tod@s l@s que lean esto serán mayormente vascos:
A mí no me da vergüenza ser vasco. Lo que me da vergüenza es que no se haga nada de nada por solucionar este puto problema.
Sé que hay opiniones para todos, y que algunos coincidirán y otros discreparán, en una dirección u otra, pero yo realmente creo que el fin de toda esta mierda pasa por el diálogo. Creo que nadie lo ha defendido en los comentarios de susodicho blog.
Creo firmemente en el diálogo, en ser demócrata y llevarte palos y palos por solucionar esto, y no ceder aunque ellos vuelvan y vuelvan a asesinar. No me malinterpretéis, nunca hay que dejar de arrestar y encarcelar a los asesinos, que no pare la lucha contra esta locura; pero creer que el fin de esto pasa por encerrarlos a todos es la pescadilla que se muerde la cola. Mejor referente: Irlanda.
Aun así cabe la interpretación del post: a mi no me avergüenza ser vasco, me avergüeza que ELLOS sean vascos.
"Mi patria es mi infancia". Esta cita, atribuida entre otros a un escritor llamado Baudelaire ("la infancia es la patria común de todos los mortales" Miguel Delibes, "la verdadera patria del hombre es su infancia” Rainer María Rilke, y algunas más que se podrían citar) expresa bien lo que quiero decir: mi infancia es en gran parte el País Vasco, con sus tradiciones, su lengua y sus gentes, mis amigos y mi familia. Nadie, ¡nadie! hará que me averguence de lo que fui, soy y seré.
Por favor, que este tema deje de ser una herramienta política (para unos y otros) y alguien solucione esto de una vez. Es una súplica.
No puedo estar más de acuerdo.
Los que se deberían avergonzar de ser vascos son aquellos que diciendose oprimidos, oprimen a los demás. No se puede ser más fascista!
En cualquier caso tampoco creo que la solución pueda pasar por evitar un proceso dialogado. Sólo espero ver un día un pais vasco en el que la gente no tenga que mirar debajo del coche por tener una opinión u otra, ni tampoco recorrer media península para ver a sus familiares, por mucho que estos sean los verdaderos fascistas, sus familiares no tienen porque serlo.
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