la evolución y los M&Ms

Cada vez que me voy a comer un paquete de M&Ms, procuro cumplir con mi deber de mantener la fuerza y la robustez de su especie. Con este fin, los someto a duelos.

Tomando una pareja con el pulgar y el dedo índice, aumento la presión hasta que uno de los dos cede y se rompe. Ese es el perdedor y me lo como inmediatamente. El vencedor avanza a la siguiente ronda.

He descubierto que, en general, los M&Ms rojos y marrones son más duros, mientras que los azules son genéticamente inferiores. Supongo que los M&Ms azules como raza no podrían sobrevivir durante mucho tiempo en el circo romano que es el moderno mundo de los chocolatines y los caramelos.

A veces encuentro alguna mutación, algún M&M amorfo, más puntiagudo o más chato que el resto. Invariablemente esto demuestra ser una debilidad, pero en muy raras ocasiones el defecto proporciona una resistencia extraordinaria. De esta forma, la especie continua su adaptación al medio.

Cuando acabo con el paquete, me queda un único M&M, el más fuerte de la manada. Como no tendría ningún sentido comerme este último, lo envuelvo cuidadosamente en un sobre y lo envío a M&M Mars, A Division of Mars, Inc., Hackettstown, NJ 17840-1503 U.S.A., junto a una tarjeta que dice, "Por favor, usen este M&M para fines reproductivos".

Esta semana me han contestado para darme las gracias y me han enviado un cupón canjeable por una bolsa de media libra de M&Ms. Lo consideraré como una subvención. He reservado el fin de semana para un campeonato monstruoso. Entre cientos, descubriremos al verdadero campeón.

Solo puede quedar uno.

El original, visto en Bad Astronomy que a su vez se lo vio a Roger Ebert. La humilde traducción es de un servidor.